Danza Vs. Covid-19
Los beneficios de bailar y por qué nos ayudaría a pelear contra el coronavirus
Bailar es una de las actividades más viejas de la historia de la humanidad. Desde la época del hombre primitivo las pinturas rupestres han simbolizado personas danzando en las cuevas, pero el año pasado cayó una pandemia, y una actividad que desde siempre fue social se transformó en algo peligroso. Se impusieron normas de distanciamiento entre las personas y se cerraron bares, discotecas, clubes de baile y cualquier otro sitio donde antes nos reuníamos a bailar, a sentir la cercanía de nuestro cuerpo con cuerpos ajenos.

Tras un breve momento de esperanza, en donde la reapertura nos encontró brevemente, el 2021 comienza con la amenaza de un rebrote y, peor aún, una nueva cepa más contagiosa de COVID-19. Las cuarentenas estrictas, los cierres de locales de diversión y el distanciamiento se siguen imponiendo como las medidas más eficaces para combatirla. En este panorama de encierro el baile se ha vuelto a erigir como una herramienta para combatir la pandemia, por lo menos a la ansiedad, depresión y demás problemas de salud mental con los que ha venido acompañada. También para hacer mella al sedentarismo que la virtualidad ha exacerbado, si antes estábamos viviendo en un mundo cada vez más sedentario, con el trabajo en casa esos niveles se han desbordado.

Bailar da felicidad, así lo demostró un reciente estudio conducido por la Universidad de Hertfordshire en Inglaterra y dirigido por el psicólogo de danza Dr. Peter Lovatt, quien encontró evidencia de que al bailar liberamos una mayor cantidad de endorfinas que al hacer cualquier otro tipo de ejercicio, y gracias a esto, conectamos mejor con los centros emocionales del cerebro.
El baile como terapia
El baile mejora la conciencia espacial, ayuda a aumentar la frecuencia cardíaca y provoca una liberación de endorfinas que hacen que se sienta bien en el torrente sanguíneo. Además, disminuye los niveles de cortisol en el cuerpo, una hormona que produce estrés. Si nos ponemos técnicos, al bailar se estimulan las zonas cerebrales relacionadas con la proipiocepción, que son las encargadas de reconocer las nociones de nuestro propio cuerpo; las zonas corticales, relacionadas con la planificación y ejecución de los movimientos. El sistema límbico, que coordina las respuestas emocionales, y la ya mencionada producción de endorfinas. “Todo esto favorece la conciencia corporal, la creatividad, la memoria, además los sentidos sensoriales se activan para recibir toda la información que viene del medio e integrarlas con nuestras respuestas musculares para realizar los movimientos”, dice Eva María Méndez, máster en psicología clínica.

Para la doctora Méndez, que también es artista y ha estudiado ballet, terapia del arte y acrobacia aérea, en medio de esta pandemia bailar puede ser “una herramienta muy útil y al alcance de cualquier persona” para combatir la ansiedad, el miedo y la incertidumbre, los cuales destaca como principales motivos de consulta entre sus pacientes durante el pasado año, en su mayoría adolescentes y adultos jóvenes. “La danza, sea de manera recreacional o profesional, tiene muchísimos beneficios en la salud mental, física y emocional de las personas. Hay que recordar que cuerpo y mente son una unidad, funcionan de manera integrada”
“Un motivo de consulta recurrente es la ansiedad asociada a la incertidumbre de no saber qué va a pasar, algo que impacta los proyectos de vida de las personas, genera sensación de vacío y frustración, porque sienten que su vida se ha detenido”, dice la psicóloga. Esto se suma la tristeza por la pérdida de algún familiar a causa del COVID-19, o el miedo por el riesgo de que esto le pueda ocurrir a alguien cercano o a ellos mismos. “También está la angustia por la pérdida o posible pérdida de sus relaciones de apoyo (como la pareja o las amistades) y las dificultades familiares asociadas a los golpes económicos que ha dejado la pandemia”, agrega.
Méndez dice que en este panorama los beneficios del baile también pueden depender de la edad de quien lo practique. En los niños, por ejemplo, la danza no solo mejora la condición física, sino la coordinación, elasticidad, fuerza y el sentido musical. En los adolescentes y adultos jóvenes, permite conectar con uno mismo y mejorar el control emocional, canalizando las emociones como la ira, rabia o angustia, con un lenguaje diferente al verbal. Y en los adultos mayores, bailar termina siendo uno de los remedios más poderosos contra el envejecimiento físico y mental.

La vida misma es la danza, estamos en constante movimiento y en el momento que nos quedamos estáticos permitimos que nuestra mente se estanque en algo negativo. “Bailar en el espejo o en el baño es un buen ejercicio para realizar en casa, eso ayuda a reconocer nuestra imagen y hacernos consientes de nuestro cuerpo”, sigue diciendo la profesora Flor Martínez. Concluye que el baile es “una catarsis total”, porque le pone otro ritmo a la mente, que siempre está pensando, siempre en movimiento, pero al bailar conectados con quienes somos en esencia derribamos esquemas corporales y mentales “nos entregamos a ser unos con el movimiento y solamente quedamos nosotros como observadores de nuestro propio cuerpo pero una observación libre de juicios”. En fin, ya sea por salud física o mental, bailar y sobre todo, movernos, debe estar entre la lista de prioridades de este 2021, tal vez al son de una buena melodía podremos salir más rápido de la pesadilla que ha sido esta pandemia.